Después de la Muerte

Título: Después de la Muerte
Autor: León Denis
Edición: Editora Amelia Boudet (España) 1.990
Título original: Après la mort (1.890)

Después de la Muerte es la primera gran obra de León Denis, y pretende ser un resumen de filosofía espiritista. Publicado en 1.890, está basado en los principios fundamentales enseñados por Allan Kardec. No considera el espíritu creado por gracia de Dios, sino como el producto de una larga y necesaria evolución, y afirma que este evoluciona paralelamente a la materia. Presenta el espiritismo como producto de los sentidos y la experiencia de la razón, una creencia apoyada en hechos demostrados, ya que para el autor el hipnotismo, la sugestión y los estudios sobre las fuerzas psíquicas son una fuente de datos que nos permiten responder a las grandes preguntas.

Por si no quieres leer un extenso resumen del libro, te adelanto un resumen de 9 puntos que el propio León Denis incluye al final del libro:

  1. Una inteligencia divina rige los mundos. Todos los seres y cosas estamos sometidos a una ley inmanente y eterna.
  2. El hombre, bajo una envoltura material continuamente renovada, conserva una identidad espiritual, un yo indestructible, una conciencia en la que se reconoce. Igualmente el Universo tiene un Yo, llamado Dios.
  3. Todo evoluciona en el Universo, y tiende hacia un estado superior.
  4. El alma es inmortal y está destinada a desarrollarse por medio de su trabajo y esfuerzo, encarnándose en los mundos materiales, ascendiendo a través de vidas sucesivas, hasta llegar a la perfección. El alma tiene 2 envolturas, una temporal, el cuerpo, que muere, y otra permanente, el cuerpo fluídico, que progresa evoluciona con el alma.
  5. La vida en la Tierra es una escuela donde, por medio del trabajo, el estudio y el sufrimiento, el alma se perfecciona. En función del uso que hagamos de nuestro libre albedrío, labramos nuestro destino. La vida actual es el resultado de nuestras vidas anteriores y la condición de las que vendrán.
  6. Una estrecha solidaridad une a los espíritus, idénticos en su origen y en sus fines, y diferentes tan sólo por su situación transitoria, unos desencarnados y otros viviendo temporalmente dentro de un cuerpo. La muerte no es más que un tiempo de reposo entre dos existencias terrestres. Todos los espíritus son hermanos y constantes relaciones unen a los muertos (espíritus desencarnados) con los vivos (espíritus encarnados).
  7. Los espíritus, en su estado desencarnado, se clasifican en el espacio en razón de la densidad de su cuerpo fluídico, que va en función de su grado de adelanto y pureza. Unas leyes precisas, al igual que en el mundo material, rigen el mundo de los espíritus. Los espíritus malos o culpables se quedan en los mundos inferiores, y deben encarnar de nuevo hasta despojarse de sus imperfecciones. Los espíritus virtuosos se elevan a los mundos felices donde reina la armonía y la dicha, colabora con Dios, coopera en la formación de los mundos, dirige su evolución y vela por el progreso de las humanidades y el cumplimiento de las leyes eternas.
  8. El bien es la ley suprema del Universo y el objeto de la evolución de los seres. El mal no es más que la situación transitoria por la que atraviesan todos los seres en su ascensión hacia un estado mejor.
  9. La educación del alma es el objeto de la vida. Es importante reprimir los apetitos materiales, crearse necesidades intelectuales y elevadas y luchar por el adelantamiento de los hombres.

El libro está dividido en 4 partes: La parte histórica, la parte filosófica, la parte científica y experimental y la parte moral.

I: Parte Histórica:

Para el autor, todas las religiones constan de una parte pública y otra privada, secreta, reservada solamente a los iniciados. Una vez han visto la luz estas doctrinas secretas, se ha comprobado que todas las religiones del pasado se basan en una misma doctrina, transmitida ininterrumpidamente desde entonces. Según esta doctrina o filosofía, el alma humana, una parte de la gran alma, es inmortal. Progresa y asciende hacia su autor (Dios, ser origen de todos los seres) a través de numerosas existencias alternativamente terrestres y espirituales, y por medio de un perfeccionamiento continuo. En sus encarnaciones corporales constituye el hombre, cuya naturaleza ternaria: cuerpo, periespíritu y alma (orígenes respectivos de la sensación, del sentimiento y del entendimiento), es un microcosmos, imagen reducida del macrocosmos «gran Todo».

Esta doctrina inmutable es de donde han surgido y la que han divulgado los grandes maestros. Sin embargo, sus discípulos han alterado y manipulado sus enseñanzas, creando religiones basadas en ritos, símbolos e imágenes, y olvidando su origen. Para León Denis está por venir la verdadera religión que no necesitará sacerdotes ni altares y que abarcará y superará a las viejas religiones que, cumplido su papel, mueren ahogadas en sus vestiduras materiales. La nueva religión deberá unir ciencia y espiritualidad, sentimiento y razón. Huirá de dogmas y sacerdotes para adquirir carácter científico, al igual que la ciencia deberá abandonar la exclusividad del materialismo para iluminarse con un rayo divino. Cada ser será sacerdote, enseñará y dará ejemplo. Todas las religiones confluirán en esta religión superior, definitiva y universal (Nota mía: recordemos que hace más de 120 años que Denis escribió esto).

India:

¿Donde surgió esta doctrina secreta, madre de todas las religiones? Es imposible saberlo, pero los primeros libros en que se haya consignada son los Vedas, de donde se forma la religión primitiva de la India, sencilla, pura, exenta de pasiones, serena, fuerte y en contacto con la naturaleza. Los Vedas afirman la inmortalidad del alma y la reencarnación y hablan de una gran causa primera, un Ser Divino. Krishna fue educado en estas creencias y fue el primer reformista religioso, renovando las doctrinas védicas apoyándolas en la idea de la Trinidad y la del alma inmortal y sus renacimientos sucesivos. Esta doctrina se difundió por la India y posteriormente por todo el mundo a lo largo de varias emigraciones. Su enseñanza decía: «El cuerpo, envoltura del alma que tiene en él su morada, es una cosa finita, pero el alma que lo habita es invisible, imponderable y eterna.»…»Cuando el cuerpo está disuelto […] el alma remonta el vuelo a las regiones de los seres puros que tienen el conocimiento del Altísimo. Cuando domina la pasión, el alma viene de nuevo a habitar entre aquellos que están apegados a las cosas de la Tierra.»…»Todo renacimiento, feliz o desgraciado, es la consecuencia de las obras practicadas en las vidas anteriores. A las mismas causas deben atribuirse las distinciones que se observan entre los hombres. […] Nada de esto es casualidad, sino el resultado de las virtudes y de los vicios que han precedido al renacimiento. Pero hay un misterio más grande aún. Para llegar a la perfección, es menester conquistar la ciencia de la Unidad, que está por encima de la sabiduría: hay que elevarse al Ser divino, que está más alto que el alma y que la inteligencia. Este Ser divino está también en cada uno de nosotros«. Krishna, dirigiéndose a sus discípulos, dijo: «Os he revelado los grandes secretos. No los digáis más que a aquellos que pueden comprenderlos. Vosotros sois mis elegidos, veis el término, la multitud no ve más que un corto trecho del camino«. Para Denis, con estas palabras quedó fundada la doctrina secreta de la que fueron bebiendo los grandes pensadores de la antiguedad.

Posteriormente los brahmanes fueron revistiendo la doctrina de forma grosera y material con ceremonias, prescripciones, ritos, fábulas e imágenes que no son más que un montón de supersticiones y forma la parte «externa» de esta religión, destinada a conducir al pueblo por la senda de la servidumbre. Aquí se generan ideas como la metempsicosis (renacimiento de las almas culpables en el cuerpo de animales).

Egipto:

Las tradiciones de Egipto datan de una época tan antigua como los Vedas (según Manethon, 30.000 años). Los jeroglíficos y los papiros hablan de la doctrina del Verbo-Luz, divinidad de triple naturaleza: inteligencia, fuerza y materia (espíritu, alma y cuerpo), una analogía perfecta con la filosofía de la India. en ambas, bajo la corteza de los cultos, reside el mismo pensamiento guardado en secreto por los iniciados y expandido desde los santuarios de Isis por todo el mediterráneo gracias a sabios, pensadores y caudillos griegos, hebreos, fenicios y etruscos. bajo la pompa de un brillante espejismo que se presentaba a la multitud, la iniciación en la verdadera enseñanza era larga y peligrosa. En el libro de los muertos el hierofante habla así al neófito: «¡Oh alma ciega, ármate con la antorcha de los misterios, y, en la noche terrestre, descubrirás tu doble luminoso, tu alma celeste. Sigue ese guía divino, y que sea tu genio, pues tiene la clave de tus existencias pasadas y futuras!«. Más tarde, veía aproximarse una imagen de una mujer llevando un rollo de papiros: «Soy tu hermana invisible, soy tu alma divina, y éste es el libro de tu vida. Encierra las páginas llenas de tus existencias pasadas y las páginas blancas de tus vidas futuras. Algún día las dessenrollaré todas delante de ti».

Un día hermes sintió una voz proveniente de la luz que llenaba el infinito, que le dijo: «La luz que has visto es la inteligencia divina que contiene todas las cosas en potencia y encierra los modelos de todos los seres. Las tinieblas son el mundo material donde viven los hombres en la Tierra.» […] En cuanto al espíritu del hombre, su destino tiene dos fases: cautividad en la materia, ascensión en la luz. Las almas son hijas del cielo y su viaje es una prueba. Durante la encarnación pierden la memoria de su origen divino. Cautivadas por la materia, embriagadas por la vida, se precipitan como una lluvia de fuego, con estremecimientos de voluptuosidad, a través de las regiones del sufrimiento, del amor y de la muerte, hasta la cárcel terrestre donde tú también gimes y donde la vida divina te parece un sueño vano. Las almas bajas y malvadas permanecen encadenadas a la tierra por medio de múltiples renacimientos, pero las almas virtuosas levantan el vuelo hacia las esferas superiores donde recobran la vista de las cosas divinas. […] Medita esta visión. En ella se encierra el secreto de todas las cosas. Cuanto más sepas comprenderla, tanto más verás extenderse sus límites, pues la misma ley orgánica gobierna todos los mundos. Más el velo del misterio encubre la gran verdad. El total conocimiento no puede ser revelado más que a aquellos que han atravesado las mismas pruebas que nosotros«.

Las invasiones acabaron con la sabiduría de Egipto.

Grecia:

Grecia transmitió la enseñanza oculta oriental a Europa, creando la civilización occidental. Orfeo y Homero, más tarde Pitágoras y luego Sócrates y Platón, difundieron estos principios, de alguna forma camuflados en forma de ciencia, imágenes y versos. Ya Orfeo, en los Himnos órficos, dice: «… después de largo circuito de las existencias tenebrosas, saldréis al fin del circuito doloroso de las generaciones y os encontraréis todos como una sola alma en la luz de Dionisio. Amad, porque todo ama. Pero amad la luz y no las tinieblas. Acordaos del fin durante el viaje. Cuando las almas vuelven a la luz, llevan, como manchas asquerosas en su cuerpo etéreo, todas las faltas de su vida… Y para borrarlas, es menester que expíen y que vuelvan a la Tierra… Pero los puros, pero los fuertes se van al Sol de Dionisio«.

La ciencia secreta enseñaba que un fluido se extiende por todas partes  y lo penetra todo. Bajo la acción de la voluntad y según el poder y la elevación de las almas, se transforma en la vestidura astral. Es el lazo de unión entre el espíritu y la materia. Y todo, los pensamientos y los sueños, se graban en él. Este mismo fluido sirve de medio de comunicación entre lo visible y lo invisible, entre los hombres y las almas desencarnadas, y hace posible la vista a distancia, la lectura de pensamientos, la clarividencia y la adivinación. Para Pitágoras la evolución material y la espiritual de las almas son paralelas y todo está animado por la gran alma, difundida en la naturaleza. Los seres conscientes, por medio de largos esfuerzos, se desprenden de la materia a la que dominan y gobiernan a su vez, adquieren su libertad y se perfeccionan a través de sus innumerables existencias. Finalmente el alma triunfa sobre las pasiones y regresa a la luz.

La Galia:

La Galia conoció la gan doctrina y tuvo un sentimiento profundo de la inmortalidad, la justicia y la libertad. Era considerada entre los autores antiguos como depositaria de los misterios del nacimiento y de la muerte. Lucano, en el canto I de Farsalia, dice: «Para vosotros … el alma vuela a animar otros cuerpos en diversos mundos. La muerte no es más que el centro de una larga vida«. El título de druida equivalía al de sabio. Se dedicaban a las ceremonias de culto, la educación de los jóvenes, ejercer la justicia y al estudio de la ciencia y la poesía. Eran nombrados por elección y necesitaban 20 años de estudios para prepararse a la iniciación.

Según los druidas el alma pasa por 3 estados:

  1. Anufa: donde sufre el yugo de la materia. Es el periodo animal.
  2. Abred: es el periodo durante el que el alma encarna muchas veces en mundos de expiación y pruebas, uno de los cuales es la Tierra.
  3. Gwynfid: es la fase de los mundos venturosos o de la felicidad, al que se llega tras una lucha incesante por la que te desprendes de las influencias corporales. Se acaba el ciclo de encarnaciones y se abren los horizontes de la espiritualidad.

Hay un cuarto estado, Ceugant, que es un estado infinito que comprende a todos los demás, pero que sólo pertence a Dios.

El ser prepara y edifica por si mismo sus destinos y su objeto es la elevación por el sacrificio y el deber cumplido. El alma culpable, si perservera en el mal, puede perder el fruto de sus trabajos y volver a los grados inferiores.

Los druidas comunicaban con el mundo invisible y de ellos viene la tradición del día de los difuntos el 1 de Noviembre. Los antiguos galos creían que los bosques estaban poblados de espíritus errantes, almas en busca de una nueva encarnación.

El Cristianismo:

Moisés, iniciado en Egipto, guió al pueblo de Israel y difundió la ciencia secreta en occidente. Los esenios, en las riberas del mar muerto, conservaron el secreto de la pura doctrina, casi idéntica a la de Pitágoras. Admiten la preexistencia y las vidas sucesivas del alma y rinden a Dios el culto del espíritu. También la iniciación se da por grados y necesita años de preparación. Jesús pasó con ellos los años previos a su apostolado y fue el primero que dio a conocer a las multitudes las verdades hasta entonces reservadas a los iniciados. Pero en lugar de hacerlo a través de la inteligencia, lo hizo a través del corazón, y de esta forma consiguió hacer llegar su mensaje a la gran familia humana.

Hay en los evangelios menciones de las sucesivas vidas del alma: «En verdad, si un hombre no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios«; «Es verdad, entre todos los hijos de mujeres, no le hay más grande que Juan Bautista. Y si queréis entender, él es el mismo Elías que debía venir. El que tenga oídos pra oír, que oiga«; «Os enviaré el consolador. Aún tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis saber. Cuando viniere aquel espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad«. También hay menciones a la existencia de mediums y espíritus. Pero con el tiempo las grandes verdades se velaron y el dogma reemplazó la doctrina. La Iglesia católica no es la heredera de las enseñanzas del evangelio, y que las ha desfigurado, ha modificado los textos, creado dogmas y se ha apartado de los preceptos de Cristo. Mediante el terror y la amenaza ha iniciado guerras y ha perseguido, torturado y quemado a quienes buscaban la verdad. Y lo peor, no sólo ha torturado los cuerpos, sino que ha oscurecido las conciencias con la superstición y ha hecho perder al hombre el hábito de pensar. Pero la doctrina secreta no se ha perdido, ha sido guardada por órdenes secretas: alquimistas, templarios y rosacruces.

Ha llegado el momento en que, igual que ocurrió con otras religiones, el catolicismo debe morir. Pero no así la figura de Cristo y sus enseñanzas, pues es la expresión de la verdad eterna: la unidad de Dios, la inmortalidad del alma y la fraternidad humana.

En definitiva, tanto en Grecia como en Egipto y en la India, la Doctrina Secreta consistía en lo mismo: el conocimiento del secreto de la muerte, la revelación de las vidas sucesivas y la comunicación con el mundo oculto. Encontramos esta enseñanza posteriormente en todos los países ocupados por los celtas, escondida en Grecia en los misterios, oculta en los mitos paganos, infundida en el Cristianismo a partir de la escuela de Alejandría, apareciendo en los Evangelios a partir de la ciencia esotérica de los esenios. Los sabios, pensadores y profetas de todos los tiempos y países han hallado en ella la inspiración.

El materialismo:

Después de siglos de sumisión y de fe ciega, el mundo se ha arrojado a las doctrinas de la nada, al materialismo. El materialismo se basa en que todo es materia, átomos, moléculas, materia gobernada por leyes mecánicas. Para el materialismo las facultades intelectuales, la conciencia, el pensamiento, no es más que una función o secrección del organismo, que desaparece con la muerte. Sin embargo, ni los propios materialistas ni los positivistas, basados ambos en la única verdad de la experimentación científica, han logrado definir qué es la materia, y aque la materia, en sus niveles más íntimos, es imponderable, se desvanece. Su realidad no es más que aparente. La materia de nuestro propio cuerpo es distinta de la que era hace unos años, ya que se ha regenerado totalmente. Y sin embargo se mantiene nuestra memoria y nuestra voluntad, de lo que se desprende que existe una fuerza inteligente y consciente que gobierna la materia, tanto de nuestro cuerpo como de todo el Universo.

El mundo evoluciona y se transforma, la historia de la Tierra es el principal testimonio de ello. ¿Cómo podría la materia ciega gobernarse por leyes inteligentes? ¿Cómo unas leyes sin razón ni sentimientos podría producir seres razonables y sensibles? ¿Cómo es posible concebir que una parte pueda ser superior al todo, que la inteligencia pueda derivar de una causa no inteligente? El sentido común dice que si existe en nosotros inteligencia, amor al bien, si en el mundo se revela un plan, un pensamiento debe haberlo elaborado y una razón debe haberlo concebido.

La crisis moral:

El gran avance en el orden físico e intelectual, contrasta con el nulo avance moral, que se ha sacrificado al bienestar material. Religión y ciencia, cada uno por su lado, combaten sin poder vencerse. Sólo un medio hay para acabar con esta situación: la unión entre ambas fuerzas, un acuerdo que genere equilibrio y armonía. Una concepción nueva del mundo y de la vida, una enseñanza basada en el estudio de la naturaleza y la conciencia.

Esa enseñanza en la que volvemos a encontrar la doctrina oculta, capaz de transformar pueblos y sociedades, ya existe: nos la transmiten los muertos que, desde el más allá, nos han revelado estar más vivos que nunca. Ellos nos enseñan el drama inmenso de la vida, de la vida inmortal, con las existencias innumerables y los progresos incesantes reservados a cada uno de nosotros.

II: Parte filosófica:

El Universo y Dios:

El caos y la casualidad no pueden producir orden y armonía. Existe una inteligencia, y no es posible concebir la inteligencia sin personificarla en un ser, fuente de la vida: Dios. Dios es la pesonalidad absoluta, no un ser con límites y forma. Es infinito y no puede ser individualizado. No puede ser percibido por los sentidos, pero hay en nosotros un instinto, una fuerza, que nos afirma su existencia con más autoridad que cualquier demostración. Las indicaciones de los espíritus recogidas en todo el mundo no han hecho sino confirmarlo.

Cada ser vivo, cada gota de agua, es una obra de perfección. Una poderosa unidad rige el mundo. De todos los seres y cosas emana una aspiración hacia lo infinito, hacia lo perfecto. Evoluciona hacia un mismo fin: Dios. La armonía del mundo no se explica sin la intervención de su voluntad. Los accidentes, plagas y desastres nos recuerdan que no estamos aquí para gozar y dormirnos en la quietud, sino pra luchar, trabajar y combatir.

El Universo no es ya la creación, algo surgido de la nada, como nos dicen las religiones, sino un organismo inmenso animado de eterna vida. Y Dios no existe fuera del mundo, sino que es parte de él. Un principio inmutable preside esta obra gigantesca: la unidad universal, la unidad divina que une todas las individualidades y converge hacia un fin común: la perfección en la plenitud de la existencia.

La razón nos habla de dios ya que lo menos no puede contener lo más, lo inconsciente no puede producir lo consciente, no se puede concebir un Universo ignorándose a sí mismo. La experiencia no ha hecho más que probar y confirmar las leyes naturales que la razón ya había adivinado.

Si observamos la lenta evolución de las especies, los feroces instintos del hombre primitivo, sus miserables condiciones de vida, y lo comparamos con la civilización atual, podemos ver la tendencia constante hacia un ideal de perfección. La humanidad, a pesar de sus vaivenes, se encamina siempre hacia lo mejor, y sólo una felicidad conquistada con esfuerzo es una verdadera felicidad. Es necesario liberarse de las pasiones de la materia y conquistar una a una todas las virtudes, y para eso Dios ha dispuesto las almas y los mundos, teatros de sus luchas y sus trabajos.

El alma inmortal:

El cuerpo humano se renueva continuamente. Nuestro cuerpo actual nada tiene que ver con nuestro cuerpo de hace relativamente poco tiempo, ni con el que tendremos en el futuro. Sin embargo, en medio de este continuo cambio nuestro pensamiento, nuestra memoria, nuestra personalidad, se mantienen. Esta fuerza indivisible que persiste, distinta de la materia, es lo que llamamos conciencia, personalidad, yo o alma. El alma rige y gobierna el cuerpo y mantiene en armonía todas sus partes. El cuerpo nada tiene que ver con la inteligencia, la razón, el juicio o la voluntad. Nuestra voluntad (alma) está en constante conflicto con nuestros instintos (cuerpo). Con sólo materia no podríamos explicar la visión a distancia, la previsión de los hechos, ni podríamos ver al espíritu continuar su vida cuando dormimos, sin necesidad de los cinco sentidos. Un espíritu libre, responsable, gobierna el cuerpo que no es más que un simple instrumento. Este espíritu puede, a su voluntad, mejorarse y transformarse. Hace posible la persistencia del ser consciente tras la muerte del cuerpo físico, ya que sólo un alma inmortal justifica nuestra continua lucha hacia un estado mejor, hacia un mayor conocimiento, hacia el progreso y hacia un ideal que no es de este mundo.

Pluralidad de existencias:

Para los espíritas el alma aprende y evoluciona a base de incontables vidas. para permitir esa lenta pero segura evolución, las almas han recorrido un largo camino: del mundo mineral al vegetal, de este al animal y por fin como seres humanos. La evolución es doble, tanto material como espiritual. El alma, que en el animal es sólo un bosquejo, en el ser humano adquiere el conocimiento y ya no puede retroceder. La situación que ocupa el alma en el mundo físico, por lo tanto, depende de su grado de evolución: los seres que se distinguen intelectualmente o por sus virtudes han vivido más tiempo, han trabajado más y han adquirido mayor experiencia y aptitudes. El alma necesita incontables vidas para despojarse de todos sus vicios y deseos y ascender hacia el bien y la razón, la sabiduría y la virtud.

El progreso de cada alma depende de su trabajo, de aprovechar a fondo cada vida que, en caso contrario, deberá realizarse en vidas futuras. Finalmente, con el paso del tiempo, en millares de mundos, va desapareciendo lo malo que hay en nosotros, nuestras almas se fortalecen y limpian hasta que, libres ya de las reencarnaciones, acceden a los círculos superiores donde reina la belleza, la sabiduría, el poder y el amor.

El objeto de la vida:

El objeto de la vida es avanzar, evolucionar, progresar hasta llegar a la perfección, donde libre de reencarnaciones formaremos parte del gobierno de los seres y de las cosas. Tenemos libre albedrío para elegir el camino, la velocidad y la forma, pero finalmente todos llegaremos a un mismo destino donde formaremos parte de la gran familia de los espíritus que puebla todo el Universo.

Cuando una vida está entregada a las pasiones el alma debe reencarnarse en los mundos de prueba y purificarse por el sufrimiento. La vida actual es la consecuencia de nuestras vidas pasadas, así como nuestra vida futura será la resultante de nuestro modo de vivir esta. El alma trae consigo, en cada encarnación, el bagaje de sus cualidades y sus defectos. En el alma se mezclan aún luces y sombras, pero en su interior está el germen de todas sus potencias.

Las pruebas y la muerte:

El dolor, sea físico o moral, es un poderoso medio de desarrollo y progreso. El sufrimiento en la vida nos permite aprender la paciencia y la resignación, nos ayuda a superar el egoismo y el orgullo. Las pruebas templan los caracteres.

La muerte no es más que una transformación necesaria, una renovación. Pero sólo muere el envoltorio, la carne. Nuestra alma permanece intacta en plenitud de facultades, llevando consigo todo lo aprendido en todas sus vidas anteriores. En el momento de la muerte, el sabio bendecirá las penalidades sufridas -por él mismo elegidas- que le han ayudado a engrandecerse y purificarse.

¿Por qué no recordamos nuestras vidas pasadas?

El olvido es neceario para poder comenzar la vida cada vez, libres de los lastres del pasado (nuestros y de los demás), ya que todos hemos acumulado a lo largo de nuestras vidas gran cantidad de faltas e iniquidades. Cada encarnación elegimos un escenario con otras sensaciones, otras influencias, donde superar los errores pasados.

Durante el sueño el espíritu, desprendido del cuerpo, recuerda cosas que olvidará al encerrarse de nuevo en la carne. Estas dos fases de la vida, estos dos estados de conciencia, vigilia y sueño, está separados por una espesa cortina. Lo mismo ocurre en la muerte, donde recordaremos todas nuestras vidas anteriores y los periodos espirituales entre vidas con plenitud de facultades. En el mundo espiritual tendremos un periodo de examen, de descanso y de recogimiento, durante el cual el alma se juzga a sí misma y valora el camino recorrido con ayuda de espíritus más adelantados. Guiada por ellos, en su momento, elegirá un nuevo cuerpo para proseguir su aprendizaje, olvidando de nuevo la memoria de las vidas pasadas y de la vida espiritual. La intuición, las ideas innatas, los recuerdos vagos y los presentimientos son restos de esa memoria que no está totalmente desvanecida.

III: Parte científica y experimental: Parte 1: El mundo invisible

La naturaleza y la ciencia. Materia y fuerza:

Nuestros sentidos nos ofrecen una percepción muy limitada de la realidad. El perfeccionamiento de los mismos, por ejemplo mediante microscopios o telescopios, nos muestra un nuevo mundo más amplio que el que creíamos conocer. Igualmente, a los tres estados de la materia (sólido, líquido y gaseoso) se han sumado 2 nuevos: el radiante, descubierto por Crookes, donde los átomos, en un vacío relativo, vibran con gran rapidez y producen efectos de luz y variaciones eléctricas; y el fluídico, infinitamente flexible y elástico y procreador de todos los cuerpos. Invisible, impalpable e imponderable, mediante sucesivas transformaciones se convierte en materia de forma transitoria, hasta volver a su estado fluídico.

Los fluidos, el magnetismo:

Fuera del alcance de nuestras percepciones, existe otro mundo, un universo fluídico que nos envuelve, poblado de multitudes invisibles. Mediante el magnetismo (ahora llamado hipnotismo por los científicos, que dicen haberlo «descubierto» cuando en realidad ha sido estudiado y practicado en todas las épocas de la historia) es posible desarrollar en los sujetos lúcidos facultades nuevas y un poder de percepción incalculable: visión a gran distancia (sin el auxilio de los ojos), visión en el interior del cuerpo humano, lectura del pensamiento, relación con los seres invisibles y sus enseñanzas, etc. Esto se consigue inmovilizando el cuerpo y adormeciendo los sentidos, de forma que el ser psíquico pueda recuperar su libertad, igual que hace claramente el sueño. El magnetismo hace evidente la existencia del alma y su inmortalidad. Los fluidos, obedeciendo a una poderosa voluntad y a un ardiente deseo de hacer el bien, pueden incluso devolver la salud al enfermo.

Fenómenos espiritistas:

Para León Denis, de entre todas las pruebas de existencia del alma y su supremacía sobre el cuerpo, las más sorprendentes son las que ofrece el espiritismo.

Testimonios científicos:

Las manifestaciones espiritistas comenzaron a llamar la atención en EEUU en 1.850: golpes, movimiento de muebles, mesas que se agitan y golpean el suelo… En un momento determinado, combinando golpes con letras del alfabeto se estableció una especie de telegrafía, y la fuerza oculta que producía los fenómenos dijo ser el alma de una persona conocida de la que dio detalles muy precisos. Otras almas fueron evocadas y respondieron con la misma precisión. Todas decían estar revestidas de un cuerpo fluídico invisible a nuestros sentidos, pero a pesar de ello material. A partir de ahí las manifestaciones de estos fenómenos se multiplican y varios sabios fueron llamados a investigarlos y dar un dictamen, que fue que los fenómenos eran reales y no podían explicarse excepto con la intervención de los espíritus. Algunas investigaciones científicas que avalaron la realidad de estos fenómenos fueron:

  • Roberto Hare, profesor de la Universidad de Pensilvania, que estableció científicamente la intervención de los espíritus en su obra «Experimental investigations of the spirit manifestations».
  • La Sociedad Dialéctica de Londres, uno de los grupos científicos más autorizados, que nombró una comisión de 33 miembros, sabios, letrados, pastores, magistrados, etc. para examinar y «destruir para siempre» estos fenómenos espiritistas que «no son más que producto de la imaginación». Después de 18 meses de experiencias y estudios, la comisión reconoció en su informe la realidad de los fenómenos y falló en favor del Espiritismo, dando fe no sólamente de los fenómenos descritos, sino de la «aparición de manos y de formas que no pertenecían a ningún ser humano y que parecían vivas por su acción y movilidad. Los asistentes cogían y tocaban algunas veces estas manos, convencidos de que no eran el resultado de una impostura ni de una ilusión«. Uno de estos investigadores, A. Russel Wallace, colaborador de Darwin y el más eminente representante del evolucionismo a su muerte, dijo: «Cuando me entregué a estos estudios era materialista acérrimo. No había en mi mente lugar alguno para la representación de una existencia espiritual. Los hechos, sin embargo, son cosas tenaces; me vencieron y me obligaron a aceptarlos antes de poder admitir su explicación espiritual. Ésta vino por grados, bajo la influencia constante de hechos sucesivos, de los que no puede hacerse caso omiso ni explicarlos de ninguna otra manera«.
  • Otros científicos que defendieron la realidad de estos fenómenos son: Oxon, profesor en Oxford, en su obra «Psychography», trata del fenómeno de la escritura directa; Varley, ingeniero en jefe de Telégrafos e inventor del condensador eléctrico; Sergeant Cox, jurisconsulto; A. de Morgan, presidente de la Sociedad matemática de Londres; Tyndall, profesor de física, etc.
  • De alguna forma por encima de todos ellos, hay que nombrar como partidario y defensor del Espiritismo a William Crookes, miembro de la Sociedad Real, la Academia de Ciencias de Inglaterra (nombrado anteriormente como descubridor de la materia radiante) que ha dedicado 10 años al estudio de las manifestaciones espiritistas y construído para comprobarlas instrumentos científicos. En su obra «Investigaciones sobre el Espiritismo», analiza los distintos fenómenos así como la aparición, a lo largo de 3 años, del espíritu de una joven llamada Katie King, que aparecía todas las noches a la vista de los investigadores, conversaba con ellos y se sometía a todas las experiencias que le solicitaban. En España se dió a conocer esta obra en un folleto titulado «Actualidad. Los fenómenos espiritistas. Noticia de las investigaciones hechas durante los años de 1870-1873, por William Crookes», confeccionado por el Vizconde de Torres Solanot y publicado en Madrid en 1.875 por la Sociedad Espiritista Española. Posteriormente se tradujo el libro francés con el título de «Nuevos experimentos sobre la fuerza psíquica».
  • En Alemania merecen destacarse los trabajos del astrónomo Zöllner y de los profesores Ulrici, Weber, Fechner, de la Universidad de Leipzig, y de Carl du Prel, de Munich. Todos sabios escépticos al principio, animados por el deseo de «desenmascarar» estos fenómenos, que se vieron obligados a proclamar su realidad.
  • En Francia, aunque no puede presumir de grandes sabios o científicos que avalaran el espiritismo, se puede nombrar a Paul Gibier, discípulo favorito de Pasteur y profesor en el Muséum, que publicó «Le Spiritisme ou Fakirisme occidental» en 1.887 y «Analyse des chosses» en 1.889, en los que estudia y afirma la existencia de estos hechos. También numerosos escritores como Eugenio Nus («Les Grands Mistères y de Choses de l’autre Monde»), Vacquiere («Miettes de l’histoire»), Víctor Hugo, Mauricio Lachàtre, Teófilo Gautier, Victoriano Sardou, Ch. Fauverty, Ch. Lomon, Eug. Bonnemère, Julio Lermina, etc.

Pero en Francia es donde surgió una figura que habría de cambiar el futuro del espiritismo: Allan Kardec. Después de estudiar durante 10 años los fenómenos y experiencias hechas en París y recoger los testimonios y noticias que llegaban de todo el mundo, realizó un importante trabajo de síntesis, dedujo los principios generales y compuso un completo cuerpo de doctrina que está contenido en 5 libros:

Su obra es el resumen de las enseñanzas dadas a los hombres por los espíritus, a lo largo de todo el mundo, durante 2o años. Es fruto de la observación rigurosa y metódica, pero no es un sistema definitivo e inmutable, sino que se transforma sin cesar conforme existen más trabajos y experimentos.

Según el espiritismo, los espíritus son seres semejantes a nosotros, aunque con un cuerpo más sutil y etéreo, que han vivido en la Tierra y en su mayoría volverán a ella. Están como nosotros, sometidos a las leyes de la naturaleza. Ambos, los espíritus y nosotros, somos imperfectos y evolucionamos juntos hacia la verdad. La doctrina establece la persistencia del YO consciente tras la muerte, es decir, la inmortalidad del alma.

El periespíritu o cuerpo espiritual:

El alma está revestida, tanto durante la vida del cuerpo como después de su muerte, de una envoltura fluídica (por lo tanto material) etérea y sutil, llamada periespíritu, o cuerpo espiritual. Es el «mediador» entre el alma y el cuerpo. Evoluciona con el alma y cuando esta es muy evolucionada se muestra diáfano y brillante. Funciona como un molde donde se incorporan las moléculas. En la parte donde el periespíritu almacena los conocimientos de todas las vidas anteriores es donde se forma el cerebro del bebé, por lo que el cúmulo intelectual y moral del espíritu aumenta con sus existencias.

Los espíritus dominados por las pasiones y los apetitos materiales, influyen en el periespíritu haciéndolo denso y oscuro. Sus reencarnaciones se suceden rápidamente hasta que consigue superar esas pasiones. Gracias a las experiencias de Crookes y otros sabios ingleses, sabemos que el periespíritu es el responsable de los fenómenos del magnetismo y del Espiritismo. Durante el sueño (ordinario y provocado) se desprende del cuerpo y ve y oye cosas que el cuerpo no podría ver ni oir, ya que dispone de sentidos análogos a los del cuerpo, pero de un poder superior.

Los médiums:

Las facultades del periespíritu no pueden realizarse bien mientras están encarnados. Sólo en la vida espiritual recobra el control completo y la plenitud de sus percepciones, y conoce las grandes verdades y las leyes eternas. En este estado puede influir sobre organismos y cerebros humanos, comunicando con ellos. Algunas personas especialmente sensibles en su sistema nervioso captan estas comunicaciones claramente: son los llamados médiums. Algunos puede ver y oir a los espíritus, o entrever algo del mundo espiritual. Vivimos junto a una multitud de espíritus que influyen en nosotros, nos inspiran (o nos persiguen) y que pueden ser conocidos o desconocidos.

Algunas de las facultades de los médiums son:

  • La escritura automática, en que el espíritu coge el control y escribe usando nuestra mano
  • Golpes en muebles, que provocan mediante su fluido vital y pueden ser también un medio de comunicación de los espíritus
  • Ceder el control del cuerpo, de forma que el espíritu hable usándolo
  • Facilitar las apariciones (materializaciones) de espíritus, que toman del periespíritu del médium cierta cantidad de fluído y condensan su propia envoltura hasta hacerla visible e incluso, a veces, tangible
  • Hacer de intermediarios para transmitir efluvios magnéticos a enfermos, aliviándolos y, a veces, curándolos

Una multitud de sensaciones inexplicables  provienen de la acción de los espíritus, como por ejemplo los presentimientos. Cada uno de nosotros, en realidad, tenemos los rudimentos de una mediumnidad que se puede desarrollar ejercitándola. La mediumnidad es también la consecuencia natural del trabajo realizado en las vidas anteriores, mediante el esfuerzo. La sensibilidad fluídica va en relación al grado de pureza y adelanto moral.

Los médiums son utilizados por los espíritus para poder trabajar en favor del progreso moral de la sociedad.

La evolución periespiritual:

El periespíritu evoluciona junto al alma, la sirve y la acompaña vida tras vida. Se eleva y purifica con ella.

Los espíritus atrasados tienen envolturas densas, impregnadas de fluidos materiales. Tras la muerte sienten aún las necesidades de la vida terrestre. Su percepción es muy limitada y no vislumbran el mundo espiritual, sólo tinieblas.

Los espíritus puros vibran con fuerza y tienen extensas percepciones. Su evolución se ha forjado con trabajo y han convertido el periespíritu en una forma diáfana y resplandeciente de luz. Todos, a través de innumerables etapas, pasamos por este camino de crecimiento.

Consecuencias filosóficas y morales:

El espiritismo responde a las grandes preguntas filosóficas y morales, cuál es nuestra naturaleza y cuál es nuestro destino. Prueba la inmortalidad y la comunión entre vivos y muertos, así como la pluralidad de nuestras existencias terrestres.

Peligros del espiritismo:

En las manifestaciones espíritas estamos en presencia de seres inteligentes dotados de libertad y voluntad. No son mejores ni peores que nosotros, simplemente no ocupan un cuerpo físico en estos momentos. Por lo tanto los espíritus serios y reflexivos están, como aquí, en minoría, mientras que son numerosos los espíritus interesados en cosas pueriles y vanas. Como aquí, no todos poseen la verdad y la ciencia.

Este mundo invisible influye constantemente a nuestro mundo físico, tanto hacia el bien como hacia el mal. Los espíritus superiores sólo se manifiestan cuando su presencia puede ser útil y facilitar nuestra evolución. Los inferiores en cambio se complacen en manifestarse en reuniones ruidosas o movidas por intereses egoistas, materiales o por diversión. Es peligroso en estos casos entregarse a experimentos espiritistas, ya que pueden producirse obsesiones (normalmente espíritus que nos persiguen desde otras vidas en que les hemos hecho algo) y posesiones. Es necesario estar siempre atento con la antorcha de la razón en la mano, serenidad de ánimo y buscando siempre el conocimiento y la verdad.

Charlatanismo y vanalidad:

Denis avisa contra otro tipo de peligros: los de los propios hombres. Falsos médiums, personas que buscan una forma de ganar dinero engañando a otras personas. Incluso personas, verdaderos médiums, que ante la ausencia de fenómenos (no olvidemos que se trata de fenómenos sujetos a la voluntad de seres inteligentes que ante el uso mercantil de los fenómenos, normalmente decidirán no manifestarse) se los inventan para poder seguir rentabilizándolos. También personas sin los conocimientos adecuados confunden y alteran los fenómenos con sus falsas interpretaciones, ocasionando descrédito al espiritismo y dando argumentos a los que lo atacan.

No obstante, y a pesar de todos estos problemas y las propias rivalidades y divisiones surgidas dentro del espiritismo, este sigue creciendo en todo el mundo con millones de seguidores entre los que se encuentran grandes científicos.

Utilidad de los estudios:

El mundo invisible, como el material, está regido por leyes rigurosas que hay que estudiar. No existe lo sobrenatural, el espiritismo se asienta sobre la realidad de unas manifestaciones investigadas, estudiadas y comprobadas por científicos de prestigio.

Para León Denis, profundizar en los estudios científicos de los fenómenos permitirá reconciliar ciencia y espíritualidad.

III: Parte científica y experimental: Parte 2: El más allá

En esta parte se va a explicar qué ocurre tras la muerte. León Denis recalca que todo lo descrito a continuación no es una teoría, una hipótesis o fruto de la imaginación, sino que está basado en estudios realizados y en las explicaciones dadas por los propios espíritus.

Conócete a ti mismo:

El hombre está formado por 3 elementos:

  • El cuerpo: envoltura material y teporal que abandonamos al morir
  • El periespíritu: envoltura fluídica permanente, invisible, que acompaña al alma en su evolución y se mejora y purifica con ella
  • El alma: principio inteligente, centro de fuerza, foco de la conciencia y de la personalidad

Alma y periespíritu forman el espíritu, ser fluídico de forma humana invisible e impalpable que no es más que un hombre desencarnado.

La última hora:

Las sensaciones que preceden y siguen a la muerte son muy variadas, en función del grado moral del espíritu que abandona el cuerpo. El alma experimenta todas las conmociones del mundo material. La separación suele ser lenta y gradual, comienza mucho antes de la muerte y no es completa hasta que se rompen totalmente las ligaduras fluídicas que unen al cuerpo con el periespíritu.

Mientras para el espíritu apegado a la Tierra, que ha vivido de lleno en los goces materiales, la muerte puede ser dolorosa, angustiosa y prolongada, para el espíritu que se ha despegado de las cosas de este mundo y aspira a los bienes espirituales no es más que un dulce sueño seguido de un delicioso despertar. En ambos casos, tras la separación del alma y el cuerpo, hay un periodo de turbación. Para los espíritus no evolucionados puede ser muy largo, pueden creer que siguen vivos; otros se ven en una noche oscura, solos entre tinieblas, llenos de incertidumbre y terror. Para los espíritus evolucionados es un periodo breve, apacible e incluso gozoso: la muerte representa la libertad. Su turbación no es más que un ligero entorpecimiento, semejante al sueño. Ve al mundo físico alejarse y atisba una luz espiritual que transmite felicidad, fuerza y serenidad. Se encuentra con otros seres queridos que vienen a recibirle y guiarle y sube hasta donde la pureza de su espíritu le permite llegar. Allí acaba su turbación, despiertan nuevas facultades y comienza su feliz destino.

Existe también un numeroso grupo de espíritus cuya existencia ha transcurrido indecisa, sin grandes faltas ni méritos. Estos se encuentran inicialmente abatidos, el espíritu sale lentamente del cuerpo pero permanece cerca de los sitios y personas que ha conocido. Pasado un tiempo otros espíritus le ayudarán a disipar su turbación y a elevarse a zonas menos oscuras.

La muerte después de una larga enfermedad es menos penosa. Sin embargo las muertes repentinas o violentas generan una prolongada turbación. Los suicidas experimentan durante años enteros las angustias finales.

Es importante saber lo que ocurre al morir ya que este conocimiento puede ayudarnos a recobrar pronto la lucidez de donde nos encontramos.

El juicio:

El espíritu asciende hasta donde se encuentran grupos espirituales afines. Allí goza de libertad para ir de un sitio a otro e incluso elevarse más por medio del trabajo y la prueba. En su interior el alma encuentra a su propio juez. Todo lo vivido desde la infancia hasta la muerte, se revive de forma que puede analizar todo el bien y el mal realizado. Surgen también, como fantasmas, las formas que el alma revistió en sus vidas anteriores y entiende en ellas los sufrimientos pasados, los progresos realizados y la razón de su situación actual. El periespíritu lleva, visibles a todos, sus obras. En la mayor parte de los casos surgen remordimientos que despiertan pronto el deseo de volver a encarnar para intentar subsanar los errores cometidos.

La voluntad y los fluidos:

La voluntad es la facultad soberana del alma, la fuerza espiritual por excelencia, el fondo mismo de la personalidad. Su poder sobre los fluidos es ilimitado y aumenta conforme el espíritu se eleva. Dentro de un cuerpo los efectos sobre la materia son limitados ya que el hombre no sabe usarlos, pero en otros planos domina la naturaleza, dirige los fluidos materiales y produce fenómenos prodigiosos.

El poder de la voluntad sobre la materia puede comprobarse en experimentos de hipnosis y sugestión, haciendo aparecer estigmas y llagas y curándolos posteriormente, emborrachando a una persona bebiendo simplemente agua (nota mía: también quemándola y produciéndole quemaduras con un objeto que no está caliente), haciéndola ver, sentir y tocar objetos inexistentes, etc. (León Denis enuncia varios científicos que han investigado esto: Charcot, Dumontpallier, Liébault, Bernheim, Liégeois y Delboueuf).

Mediante pensamientos generosos y acciones nobles, la materia del periespíritu aumenta su radiación y energía vibratoria. El espíritu entra en posesión de nuevos sentidos que le abren el acceso a niveles y seres más puros. Los médiums tienen estas facultades ya en este mundo y llegará el día en que la mayoría de los humanos podrá recibir las enseñanzas directamente de los espíritus.

El pensamiento, mediante la voluntad, puede consolar, aliviar y curar. Gracias a una combinación de los fluidos que proporciona la naturaleza y la asistencia de los espíritus, se puede sanar a los enfermos y devolver la esperanza y la energía a los desesperados. usando la voluntad de forma regular y continua se puede influir sobre las personas, siendo un método, usado para el bien, que transformaría el estado moral de la sociedad.

Si la voluntad de una persona puede producir efectos beneficiosos, ¿qué puede esperarse de la asociación de todas las voluntades libres?

La vida en el espacio:

Las almas se agrupan en el espacio según su grado de pureza. El espíritu impuro no puede alejarse de la materia, mientras que el espíritu evolucionado es libre y puede recorrer la inmensidad. Entre estos dos estados hay numerosos grados intermedios donde existen sociedades en que se agrupan espíritus afines o similares en ideas, gustos, sentimientos y aspiraciones.

El espíritu adelantado tiene una vida activa, viaja a la velocidad del pensamiento, su periespíritu es tan sutil que es invisible para los espíritus inferiores, sus percepciones son mucho más claras y multiplicadas. El espíritu inferior en cambio arrastra consigo las costumbres, necesidades y preocupaciones materiales, se mezcla en la vida de los humanos y tiene una vida atormentanda ya que no puede satisfacer sus deseos terrenales.

Los pensamientos de los espíritus se reflejan en sus periespíritus. El espíritu evolucionado conoce el pensamiento del hombre.

La erraticidad:

La erraticidad es la condición en que están la mayor parte de los espiritus que han vivido en la Tierra, espíritus que no han podido vencer sus pasiones, ni buenos ni malos, pero inclinados a los aspectos terrenales. Impera la ignorancia, el egoismo y los defectos. Es como el vestíbulo a los reinos superiores, por donde todos pasan y donde permanecen por algún tiempo.

En el más allá no hay lugar para el ocio. Todo el Universo está lleno de espíritus atareados, aprendiendo, acompañando, ayudando, en una continua transformación y elevación.

La vida superior:

El espíritu superior resplandece en el espacio, libre de ataduras. Encuentra a todos los que a amado en la Tierra que acuden a recibirlo. Asiste al génesis de los mundos y sigue el desarrollo de las humanidades que los pueblan. Pero este periodo no es indefinido, es un tiempo de descanso, una recompensa a sus méritos. Pero aunque debe seguir reencarnando, ya no lo hará en la Tierra sino en mundo superiores donde las necesidades corporales son casi nulas y los trabajos rudos no existen, dedicando la larga vida al estudio y la colaboración, rodeado de respeto, amistad y amor. Cada espíritu debe subir su propia escala de mundos destinados a su evolución y mejora, hasta que llegue el día en que terminen sus encarnaciones y pueda empezar su vida espiritual, donde no hay ninguna influencia material, han acabado los males y sufrimientos y no se padece más. Aquí prevalece el arte, la belleza, y agrupados en familias los espíritus se conocen y se aman, dedicados al progreso de naciones y planetas, a enseñar moral y ciencia a los hombres, a ayudar a almas encarnadas de los que se convierten en su guía.

Hay tres fases en el progreso de la vida: vida material, vida espiritual y vida celestial. La vida celestial es el fin hacia el que caminan todas las almas, pero para llegar allí es necesario haber conquistado la duldura, la resignación, la fe, haber desdeñado lo material, haber sufrido privaciones, dolor humillación, aislamiento y tristeza, pues sólo el sufrimiento templa, madura y abre las puertas a la vida bienaventurada.

Los espíritus inferiores:

El espíritu sufre las consecuencias de sus actos, no sólo por el mal que han hecho, sino por su inacción o debilidad. Su castigo prosigue tras la vida espiritual en sus siguientes encarnaciones donde vivirá una vida precaria y llena de dolor. Legiones de tristes espíritus imperfectos flotan alrededor de los mundos esperando la reencarnación. El espíritu inferior sigue apegado a lo material. Incapaz de darse cuenta de su estado confirma sus costumbres y vaga triste, sin objeto ni esperanza (almas en pena). Los avaros sufren por el uso que su familia hace de sus bienes; los potentados orgullosos, que han abusado de su posición, despojados de todo sufren las burlas de los demás; los criminales buscan en vano reposo y olvido hasta su reencarnación en una vida oscura y mísera; los egoistas, preocupados exclusivamente por sus placeres e intereses, quedan aislados y abandonados, sufren errantes hasa que un espíritu benébolo le enseña a romper las ligaduras que lo aprisionan; los suicidas huyen del dolor para hallar el tormento: han violado la ley natural y en lugar de abreviar su prueba la prolongan, ya que sufriran una encarnación más penosa aún, después de un largo camino de sufrimiento en el mundo espiritual; los ajusticiados suelen influir en los encarnados con tendencias similares, arrastrándolos al crimen.

Los espíritus malos no pueden prever el porvenir ni saben nada de las leyes Superiores. Apenas tienen percepciones y no pueden comunicarse con los espíritus más avanzados. Persiguen a los hombres débiles e inclinados al mal inspirándoles ideas funestas. Sólo una encarnación, acerba y dolorosa, les sacará de este estado.

Aquellos tocados por el arrepentimiento pueden en cambio recibir ayuda de los espíritus superiores y pueden recibir consuelo.

El infierno y los demonios:

El espiritismo tiene, a juicio de Denis, la tarea de proseguir la tarea encomendada al cristianismo, restablecer la verdad de las cosas y trabajar para la regeneración de la sociedad. La teoría de los demonios y del infierno eterno no puede ya ser invocada por ningún hombre sensato. Satán no es más que un mito. Ninguna criatura está destinada eternamente al mal.

Acción del hombre sobre los espíritus desgraciados:

Los espíritus desgraciados están más cerca de las personas encarnadas que de los espíritus superiores. Oyen nuestros llamamientos y entrando en comunicación con ellos con ayuda de los médiums, podemos ayudarles. Nuestras oraciones les iluminan y los alientan, los puede sacar de su desesperación y permitirles remontar a más altura.

Pero no todos estamos capacitados para obtenre buenos resultados, es necesario tener gran superioridad moral para dominarlos y dirigirlos por el camino correcto. Sólo una persona libre de pasiones materiales y con conocimiento práctico del mundo invisible está capacitado para llevar a buen fin esta obra. Es peligroso embarcarse a esta tarea sin reunir estas condiciones, pues será engañado e influenciado por espíritus que aprovechándose de su ignorancia le confundirán, o sufrirá burlas y obsesión.

Los fenómenos materiales (mesas giratorias, golpes, ruidos…) son producidos por espíritus inferiores que intentan llamar la atención. Los espíritus superiores se manifiestan sobre todo a través de médiums escribientes, auditivos, sonámbulos, etc. y hablan a la inteligencia, al sentimiento y a la razón, buscando nuestro progreso.

Justicia, solidaridad y responsabilidad:

Todo hecho tiene un efecto, bien en esta vida, en el periodo entre vidas, o en las vidas futuras. Todo acto bueno tiene su recompensa y todo acto malo tiene su castigo, sólo el padecimiento puede rehabilitarlo. El hombre es por lo tanto su propio justiciero, según el uso que haga de su libertad será feliz o desgraciado. La ignorancia de estga ley origina todos los males. En conjunto, todas las almas constituyen una sociedad solidaria que al trabajar en su propio progreso, trabaja para el progreso global. La situación actual se debe a que los espíritus que habitan la Tierra son los hombres del pasado que han venido a sufrir las consecuencias de sus vidas anteriores.

De la idea de justicia deriva la igualdad, la solidaridad y la responsabilidad. Estos principios se unen en una ley única: el progreso en la libertad.

Libre albedrío y providencia:

Existe libre albedrío, pero restringido a las leyes naturales. Desencarnados, con más visión de nuestras imperfecciones, elegimos nuestra siguiente encarnación y las condiciones en que vivirla. En esta vida tomaremos nuestras decisiones libremente, pero igual que en la hipnosis el hipnotizado acepta las sugerencias del hipnotizador sin ser consciente de ello, en la vida tomamos las decisiones que habíamos planificado tomar, adecuadas para que se cumpla lo previsto

Todo el Universo se ha creado para beneficio del alma. Pero la libertad de esta es limitada, ya que de otra forma no podrían cumplirse los objetivos finales de todas las almas. El bien colectivo está por encima del individual.

Reencarnación:

La inmensa mayoría de las almas, que no han conseguido librarse de las influencias terrestres, deben seguir reencarnando para seguir mejorando. Los espíritus de evolución, carácter y tendencias similares suelen encarnar juntos a lo largo de muchas existencias. Cuando llega la hora de encarnar es un momento duro y angustioso, pues supone una pérdida de libertad y una entrada a un mundo restringido y limitado. El espíritu, a pesar de ello, se siente atraído al lugar que le conviene. El periespíritu se reduce, se entorpece progresivamente viniendo a ser como un molde fluídico que presta su forma a la materia. Las cualidades o defectos del molde aparecen en el cuerpo físico. Poco a poco el espíritu pierde lucidez, su memoria se desvanece y su conciencia se duerme. Al nacer, tardará 20 ó 30 años en recobrar el uso de sus facultades, aunque disminuidas por la materia.

El espíritu inferior vuelve a encarnar bajo el impulso de una fuerza que ni siquiera intenta conocer. El espíritu adelantado recoge los consejos de sus guías espirituales, valora las condiciones de su reaparición en el mundo, traza un programa y toma decisiones para cumplirlo. Elije una existencia laboriosa, de lucha y abnegación, como mejor camino para un adelantamiento rápido. La virtud, sabiduría y satisfacción se encuentra en el trabajo, la caridad, la meditación solitaria, el estudio y la naturaleza.

IV: Parte moral:

Para León Denis, los espíritus han considerado que ha llegado el momento de restablecer la doctrina de Jesús y dar a conocer al mundo, a través de las enseñanzas de millones de espíritus y mediante la intermediación de los médiums, la moral superior y definitiva. Una moral elevada y necesaria que nos permita velar por el perfeccionamiento del alma, que es nuestro yo imperecedero.

El deber es el conjunto de las prescripciones de la ley moral: honradez, caridad, amabilidad, tolerancia, disciplina, voluntad, respeto, prudencia, responsabilidad, sinceridad, trabajo hacia la sociedad y hacia Dios. El deber es proporcional al saber, y no tiene límites.

El espiritismo propugna la fe ilustrada, no la fe ciega basada en dogmas. Una certidumbre de estar en el camino que conduce a la verdad, que llega habiendo pasad0 las pruebas de la duda. Una fe basada en la razón y en el discernimiento.

El orgullo es la fuente de casi todos los demás vicios, nos aparta de nuestros semejantes, nos engaña sobre nuestro mérito y nos oculta nuestros defectos. El bien hecho con un secreto deseo de ser aplaudido se vuelve contra su autor. Para estudiar las leyes del Universo se necesita sencillez, sinceridad, rectitud, virtudes desconocidas para el orgulloso. Después de la muete los espíritus cuentan que el orgulloso se siento débil y humillado, además de amargado al ver por encima suyo a aquellos que ha desdeñado y despreciado en la Tierra. El orgullo sólo se atenúa o extingue a través de vidas penosas de trabajo y renuncia.

Frecuentemente la riqueza y el poder engendra el orgullo, que dificulta el progreso moral que en el otro plano será lo único que nos distinga de los demás, ya que todo lo físico, incluído nuestro cuerpo, sólo es nuestro temporalmente y sólo quedarán en nuestro beneficio las conquistas intelectuales y morales. Sin embargo la riqueza no es un mal en si misma, lo importante es que no genere orgullo ni endurezca nuestro corazón. La riqueza puede mejorar la sociedad o contribuir a su progreso intelectual si es usada generosamente. Si el espíritu no está preparado para resistir las seducciones de la riqueza, es mejor elegir una vida sencilla.

El egoismo es una de lasmás terribles enfermedades del alma. El hombre es un ser sociable y nada puede sin los demás, por lo que es una obligación cooperar y aportar a esa sociedad en la que se incluye. La avaricia es una forma de egoismo que empobrece a los demás sin provecho para nadie. Piensa si tus actos son provechosos o perjudiciales para los demás, antes de ejecutarlos. No te abstengas, no es sentado ni tumbado sino en pie como se combate por el bien y la verdad, participando en los cambios, abriendo nuevos caminos.

La caridad es la principal virtud. Debemos amar a todos los hombres auqneu aparentemente muchos nos parezcan poco dignos de ello. No conocemos sus sufrimientos, carencias, dificultades, humillaciones, injusticias, necesidades ni sus dificultades o imposibilidad de acceder a la educación o a la ley moral. Practica la caridad, el consuelo, el amor, especialmente entre los que sufren y lo necesitan, tanto la caridad material como la moral, esta última a todos los que tengan alguna relación con nosotros a lo largo de nuestra vida. No olvidemos que también hemos pasado y pasaremos por vidas en que hemos sufrido necesidad. No juzguemos ni condenemos a los demás, disculpémoslos y actuemos sin ostentación, sin esperar recompensa, incluso imponiéndonos privaciones, ya que no hay mérito en dar lo superfluo. Hay caridad en una amistad sincera, en un tratamiento con simpatía, un abrazo o un consuelo.

De la caridad nace la paciencia, la dulzura y la bondad. Un alma elevada no conoce el odio ni la venganza, no sufre rencor, amargura ni resentimiento. Debemos perdonar, y si queremos «vengarnos», que sea con buenas acciones, una lección que puede producir en quien lo hagamos un efecto profundo. Guarda silencio sobre lo que dañe tus intereses o amor propio, pero no lo hagas ante la hipocresía, la doblez o la mentira que pueda perjudicar a otras personas. Que no quepa en ti la venganza, ya que de las iniquidades y ofensas sufridas surge nuestra felicidad espiritual, nuestro adelantamiento y elevación.

Si tienes que reprender, que sea con dulzura. Si tienes que discutir, sin arrebato. Si tienes que juzgar, con benevolencia. Evita las disputas frívolas y guárdate la ira ya que es ciega y nos hace perder la conciencia de nuestros actos.

El amor es el sentimiento en que se funden las virtudes humanas.

El rico, lo mismo que el pobre, sufre en su carne y en su corazón. A pesar del progreso, el ser humano padece y sufre antes el dolor, la tristeza y la desgracia. El espiritismo propugna la resignación ante estas adversidades, y aque para él la desgracia no es la miseria, las privaciones, las pérdidas o las enfermedades, sino todo lo que sirva de obstáculo a tu progreso, como el afán de placer, el orgullo o la vida inutil. Las duras pruebas elevan el alma mientras que los goces y las riquezas la debilitan. La adversidad es la gran escuela que nos transforma poco a poco hacia el bien, la paciencia y la sabiduría. No haber conocido las aflicciones nos hace indiferentes e insensibles a las de los demás.

La oración es un diálogo con Dios, con la fuerza que nos provee, con los poderes superiores. No es oración lo que se reciba mecánicamente, sino un llamamiento sincero, improvisado. La oración sirve para confortarnos, apoyarnos, iluminarnos, no para «librarnos» de las pruebas de la vida, necesarias para nuestros progresos. No debemos pedir felicidad o que se nos libre del dolor, sino conocer la ley para poder cumplirla mejor, auxilio para poder soportar los días malos. Nuestras oraciones, si están movidas por una fuerte voluntad, llegan a distancias incalculables y permiten a espíritus elevados dejarnos sentir su influencia. También envuelve a los espíritus desgraciados y les alivia penas y tristezas. Debemos rogar por los espíritus desgraciados para facilitar el desprendimiento de las almas y abreviar la turbación que sienten tras la muerte.

La oración por los demás, infortunados, enfermos, también puede producir saludables efectos en cuanto deban cumplirse las leyes del destino. La oración con otras personas puede adquirir una fuerza irresistible y puede ocasionar que el alma se desprenda del cuerpo y seguir, arrebatada en su éxtasis, el pensamiento ferviente proyectado.

El trabajo es una ley, tanto en la Tierra como en el otro plano. Cada uno hace su obra y desempeña su parte. El trabajo se suaviza conforme el espíritu se afina y es fuente de disfrute para el espíritu adelantado. El trabajo es el principio de todos los progresos y de todas las elevaciones, nos enseña a ayudarnos y a unirnos.

La sobriedad y continencia revelan un conocimiento profundo de las leyes superiores. Evitan los deseos materiales y ayudan a alcanzar la paz que disfrutan los espíritus elevados.

El estudio es fuente de placer y nos libera de preocupaciones vulgares y de las amarguras de la vida. Un buen libro nos habla a través de los tiempos y nos cuenta los trabajos, luchas y descubrimientos de los que nos precedieron en el camino de la vida. Los libros nos hacen crecer, sus ideas y pensamientos se extienden sobre nuestras almas. El estudio de la naturaleza y de los cielos, en silencio y tranquilidad, apagando las quimeras del mundo, nos permite comunicar con la razón suprema.

La educación transforma a la sociedad. Pero no basta con saber leer, escribir o contar. Es necesario aprender a conducirse como un ser consciente, desarrollar las facultades pero también las virtudes. Es necesario instruir sobre los deberes, ofrecer una enseñanza moral, capaz de reformar la sociedad. Esta enseñanza no pueden darla los religiosos, ni siquiera los maestros, son los padres los que deben despertar en los niños las primeras aspiraciones al bien y enderezar su conducta con perseverancia, firmeza y ternura. Los espíritus que ocupan los cuerpos de nuestros hijos han venido a nosotros para que les preparemos y les ayudemos en su evolución. Cumplamos esta misión con amor pero sin debilidad, ya que hay piedras en el camino que cada uno de nosotros debemos aprender a evitar. Demos luz a su inteligencia, pero hablemos en primer lugar a su corazón.

Las cuestiones sociales son preocupaciones constantes. Las importantes desigualdades entre ricos y pobres no menguan, a pesar de haber probado sin éxito distintos sitemas políticos. El problema no está en las instituciones, el problema está en el hombre. Para mejorar la sociedad hay que mejorar al individuo. El conocimiento de las leyes superiores nos ayudaría a mejorar. Saber que nuestra «posición» es temporal y que pronto reencarnaremos, seguramente como pobre, haría que todos trabajáramos en común para la mejora global de la humanidad. Al igual que las diferencias entre clases, León Denis propugna elevar el estatus de la mujer. Las almas no tienen sexo, lo que establece la igualdad entre hombres y mujeres. Además la mujer está más dotada para la mediumnidad ya que a juicio del autor, si la razón parece superior en el hombre, en la mujer el corazón es más vasto y profundo.

La ley moral:

El espiritismo permite, al darnos a conocer que todas las almas están unidas, que todas son responsables de la evolución conjunta, nos permite ser solidarios y fraternales, disfrutar con las alegrías y padecer con los males de los demás, y crear y disfrutar de ser parte de una gran familia humana, fuerte, apacible y unida.

Para León Denis, el estudio científico que propugna el espiritismo debe conducir al estudio filosófico, que a su vez debe culminar en la comprensión de la ley moral, única, superior y universal, adquirida a través de numerosas existencias. El alma debe conocer y practicar esta ley moral para poder escapar de las reencarnaciones.

Conclusión:

Lo que hasta ahora sólo era una sospecha, una intuición, la doble naturaleza corporal y espiritual del hombre, ahora es una realidad demostrada. Las pruebas objetivas de la supervivencia del ser, la posibilidad de comunicarnos con las almas de las personas fallecidas y de recibir sus enseñanzas y consejos, nos permiten conocer la ley moral que permitirá unir a todos los hombres. Aprovecha esta corta vida para hacer lo que has venido a hacer: el perfeccionamiento espiritual: sabiduría y virtud.

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